A PRIORI
El que suscribe no sabe de censuras, ni de imposiciones. Ni le afectan las ajenas opiniones sobre la conveniencia o no de callar la boca. 
Por otro lado, no le mueve más ambición, al hacer lo contrario, que decir lo que piensa sin hacer daño.
Espera, por tanto, que nadie se sienta aludido en su persona, ni sirvan sus palabras para escarnio de propios o extraños.
Y pese a que su intención no sea el escarnio, empero, así alguien lo sintiere, quede claro que darse por aludido es revelarse culpable de lo que fuere.
Que nadie espere que lo aquí dicho sufra más enmienda de aquella que la verdad y la buena educación aconsejen, ni que cese el empeño de quien suscribe en contar lo que le interese.
Y si alguien está pensando ¿cuándo callará éste? Este contesta: cuando las ranas crien pelos. 
Esto es, ad kalendas graecas…